Vaya por Dios, con la Iglesia topamos ...¿Será ella la que ha cuidado de que pervivan tantas muestras de abusos legitimados contra el cuerpo de la mujer en la narrativa popular, del folklore, expresado en letras de canciones, romances y refranes?
No hay que escarbar demasiado para ello. Recordar simplemente el romance de Delgadina, esta hija de rey que por oponerse tenazmente a los requerimientos sexuales de su padre tiene como "premio" la muerte.
Comienza el romance con el descubrimiento de la belleza de Delgadina y el nacimiento del deseo de su padre.
–¿Por qué me remiras, padre,
y tan atento en la cara?
–Te remiro, Delgadina,
porque has de ser mi enamorada.
–No lo querrá Dios del cielo,ni la Virgen Soberana.
Sin embargo ni Dios, ni la Virgen a la que se encomienda llegan en su ayuda y Delgadina muere de hambre y sed, eso sí cuidada por la propia Virgen.
Y debajo de Delgadina
hay una fuente que mana;
y la Virgen la está guardando
con su manto de plata.
Pero por qué esta violencia mostrada sin reparo en narrativas, que según muchos autores trasladan los "valores sociales" de un grupo? Delgadina no es el único ejemplo. Blanca Flor y Filomena es un romance en el que una madre da a la mayor de sus hijas en matrimonio, pero el pretendiente a quien quiere es a Filomena; con el engaño de que su hermana la está llamando para ayudarla en su parto, se la lleva de su casa y como Filomena no consiente en mantener relaciones sexuales con él:
A la salida del pueblo
se puso a remenecerla.
— Estate quieto, Tranquilo,
que el demonio a ti te tienta.
— Que me tiente o no me tiente
quiero gozar tu belleza.
La ha bajado del caballo,
hizo lo que quiso de ella,
y para que no gritase
le ha despuntado la lengua.
El premio a su honradez y castidad es que le sea cortada la lengua y abandonada en un paraje donde, según algunas versiones muere, no sin conseguir antes con la sangre de su lengua mandar una carta a su hermana en la que le avisa de lo ocurrido. BlancaFlor que ya ha parido, se venga con lo que entiende que podrá hacer más daño -el hijo del asesino-
Toma criada este niño
y guísalo en la caldera,
«pa» cuando venga Tranquilo
que se lo pongan de cena.
Está cenando Tranquilo.
— ¡Ay, qué buena está esta cena!
— Más dulces son los abrazos
de mi hermana Filomena.
Y quizá sea ahí donde encontremos alguna razón para tanta violencia... los hijos, el bien preciado que hay que asegurar sea de "uno". la seguridad absoluta de la paternidad conlleva el control absoluto de las acciones de la mujer y la desconfianza hacia ella hasta el punto de generarse esa frase tan poco afortunada y que se asomaba de vez en cuando a las pelílulas del landismo "Son todas unas..... ¡menos mi madre y mi hermana!" Curiosa elección; son las únicas que no tendrán nunca "parte" en la paternidad del sujeto.... excepto por lo que se refiere al romance de Amnon y Tamar, claro, pero eso lo contaré el próximo día.
Bueno, creo que todas estas "niñas buenas" fueron al infierno, pero repitiendo el lugar común, más quiero yo ser "chica mala"..... e ir a todas partes!